Canto I

Has robado la llave de mi locura;
te has llevado enredados en la cintura
la dulcura de las horas
y el calor esponjoso de mi orgullo.
Has perdido sin duda el alboroto
del alba y el remanso
de nuestras vigilias.
Ya no podrás imaginar el néctar
recogido entre mis cabellos ni
la fragancia de los alhelíes
que flagelaban mis pensamientos.
Has robado la llave de mi locura;
ahora tanteas desprecios y
esperas con sigilo que mi mano
acune por venganza otra península.
Mi nueva turbación me impide acariciar
otro pecho que no sea el tuyo,
y esperar un frenesí de luciérnagas
que invadan, zalameras, mis pupilas.
No puedo sin las llaves de mi locura
amar como he amado,
ni esperar que el tiempo quieto
me devuelva a tus profundos brazos.